Cuando nació mi Tristeza, le prodigué mil cuidados, y la vigilé con amorosa ternura.
Y mi Tristeza, creció como todos los seres vivientes, fuerte y hermosa y llena de maravillosas gracias. Y mi Tristeza, y yo nos amábamos, y amábamos al mundo que nos rodeaba. Pues mi Tristeza era de corazón bondadoso, y el mío también era amable cuando estaba lleno de Tristeza. Y cuando hablabamos, mi Tristeza y yo, nuestros días eran alados y nuestras noches engalanadas de sueños; porque mi Tristeza era elocuente, y mi lengua también era elocuente con la Tristeza. Y cuando mi Tristeza yo cantabamos juntos, nuestros vecinos sentábanse en la ventana a escucharnos; pues nuestros cantos eran profundos como el mar, y nuestras melodías estaban impregnadas de extraños recuerdos. Y cuando caminábamos juntos, mi Tristeza y yo, la gente nos miraba con amables ojos, y murmuraba con extremada dulzura. Y también había quien nos envidiaba, pues mi tristeza era noble, y yo me sentía orgulloso de mi Tristeza. Pero murió mi Tristeza, como todo ser viviente, y me quedé solo, con mis reflexiones. Y ahora, cuando hablo, mis palabras suenan pesadas a mis oídos. Y cuando canto, mis vecinos no escuchan mis canciones Y cuando camino solo por la calle, ya nadie me mira. Sólo en sueños oigo voces que dicen compadecidas: "Mirad, allí yace el hombre al que se le murió su Tristeza". |
jueves, 7 de agosto de 2014
EL LOCO .- GIBRAN J. GIBRAN Cuando nació mi tristeza
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