sábado, 3 de octubre de 2015
EFRAIN BARQUERO.- EL ANTIHOMBRE
(Del Libro "El Viento de los Reinos").
Tú, sacrificador impuro
verás surgir la mirada del dios terrible de los brazos amputados
del rostro más humano que nos has visto nunca
has roto algo tibio, suave nocturno
has provocado el corazón secreto de la tierra
has desgarrado el lienzo de los vivos y los muertos
has negado al hombre su condición divina
poseerás el mundo
jamás la muerte de los inocentes
esta es más grande que ninguna patria conocida
debajo de cada muerto hay una estrella de fuego
debajo de cada estrella hay mil signos extraños.
Hombricida, te irás cubriendo de rugosas escamas
tus manos se convertirán en tenazas
tus pies en pezuñas
la boca se te alargará con la blasfemia
los dientes te cubrirán como armadura
crecerá tu cuerpo como cápsula gigante
lleno de una materia blanda, pegajosa, que arrastrarás como una cola
te rodeará una niebla gaseosa
un plasma blanquecino se derretirá como un amanecer ante ti
estarás solo, rodeado de aletas metálicas
solo en un mundo de máscaras, de escafandras, de cicatrices volcánicas
sólo un salar, en una tierra de raíces.
Como los boxeadores jadeantes masticas, masticas goma
con tu uniforme de jugador de rugby golpeas las ventanas, las puertas
eres el molde, el recipiente donde fermenta un licor dulzón desvaído
eres un engendro de niño y de arma moderna, de perro faldero y
de mujer hombruna
eres el violador de los muertos cuyo sexo adornas con trajes de muñeca
cuerpo deforme alimentado con hormonas
ídolo rodeado de ancianos cancerosos
paloma con pestañas postizas, carnívoras
tus ciudades son la armazón de un monstruo inútil
manicomio, prisión de cavernosas carcajadas
la soledad es tu tesoro
la soledad es un jardín de endurecidas flores
donde los niños juegan con los avaros un juego reglamentado, triste
los locos son las piezas sueltas de un gran artefacto que gobierna el mundo
tu crueldad irritada como un órgano
quiere hacer de la mujer una fuente de energía mecánica
quiere ambientar los genes en una redoma de vidrio
en esa vasta cámara de hielo llena de peces humanos
estás solo y armado con tu rostro de goma, tus manos radioactivas y azules.
De violencia te acuso
de resucitar a Cristo con otras ropas
no desnudo, sangrante, dulce
no colgado en una cruz
extendido en un mesón
carne blanca, negra, cobriza
toda carne de animal terrestre era la suya
todo paño obscurecido de sudor era su rostro
todo vendaje de enfermos
toda sábana nupcial
a todos nos miraba desgarrado por los clavos
nos miraba con cada parte de su cuerpo
con su vientre, con su sexo, con su pecho, con las palmas de sus manos
con su larga, poderosa, quebradiza delgadez
con el peso del madero, el silencioso espanto de sus rasgos
nos miraba con su cuerpo
nos hablaba con su cuerpo
en él luchaban la rebelión, la dulzura, la piedad, la cólera
era joven, viejo, sereno, triste
incorruptible como el sol, como el fruto, como el pan
era lo más desnudo que pudo existir.
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